Todos los días deberían ser el día de la madre

Pequeño homenaje a mi madre…

Mi madre me enseñó a rezar de memoria por las noches cuando aún no sabía leer: “Jesusito de mi vida… eres niño como yo”; me enseñó después a leer: la “m” con la “a”, “ma”, “mi-ma-má-me-mi-ma”; y, a pesar de tener cuatro hijos más en la época en la que los electrodomésticos sólo se veían en los anuncios de la tele, siempre se sentó a hacer conmigo los difíciles deberes de matemáticas: “acuérdate de que te llevas una”….

Me dio el pecho, me preparó las mejores meriendas de pan tostado con la nata que salía de hervir la leche que comprábamos directamente en la vaquería y espolvoreaba Nesquik por encima (ningún Bollicao del mundo podría superar eso). Llenaba mis cumpleaños (en casa, por supuesto) de mis mejores amigos, Fanta y sándwiches de Nocilla.  Cosía coderas en mis jerseys y rodilleras en mis pantalones y en invierno me tejía los jerseys de lana de ochos más calentitos del mundo. Me curaba  las rodillas con Mercromina (aunque para mí siempre fue “micromina”) y soplando, mientras decía y me convencía con un: “cura sana, cura sana, sino se cura hoy, se curará mañana”. No recuerdo cuándo me enseñó a andar pero estoy segura de que lo hizo ella porque si no, hoy en día no podría caminar tan firme, tan fuerte y tan segura de mí misma.

Mi madre creo que todavía no tiene muy claro lo que he estudiado y  mucho menos de qué trabajo (bueno, eso a lo mejor no lo tengo claro ni yo) pero eso no es problema para sentirse orgullosa de cualquier cosa que haga o consiga. La boca siempre bien llena cuando habla de sus hijos: “mi mayor, bla, bla, mi niño (aunque tenga 50 años), …ésta es mi pequeña..”… Supongo que aún tiene la esperanza de que me case y de que siente un poco más la cabeza pero pobrecito si alguien me juzga o me maljuzga y se mete con mi condición en su presencia. Que a nadie se le ocurra despertar a la madre coraje que todas llevan dentro. Qué sabrá la Esteban con sólo una niña y la vida solucionada lo que es luchar y/o matar por un hijo cuando muchas madres, como la mía, han tenido cinco o seis con los recursos mínimos. Y qué sabrán muchos

ministros de economía lo que es la crisis, la administración y el apretarse el cinturón para con muy poco hacer muchas cosas. Aún así, nunca faltó el plato de caliente para quien entrara por la puerta: “come, come… que estás muy delgada.. a saber lo que os dan por ahí…”

He oído a alguna mujer diciendo que no hay que elevar a la categoría de divina o sagrada la condición de ser madre porque es algo natural. Natural sí, pero la capacidad de una madre es tan extraordinaria como la de la propia naturaleza para crear vida. Mamá, ojala yo pueda ser con mi hijo la mitad de buena madre que tú lo has sido conmigo.

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